Cultivar aguacates en zonas secas es forzar la naturaleza: alto impacto ambiental y un futuro incierto para nuestros recursos hídricos. El agua es la fuente de la vida. Una frase más que manida, pero que no deja de ser cierta. Todos los seres vivos necesitan un aporte más o menos periódico del líquido elemento para poder desarrollarse y mantenerse con vida. Incluso en los parajes más áridos del mundo, los seres vivos se sostienen gracias al agua, y han adquirido adaptaciones sorprendentes para encontrarla, aprovecharla y almacenarla sin desperdiciar una gota.
Para las actividades humanas el agua también es esencial. Aunque por proximidad el uso más cotidiano tiende a parecernos el más importante, el consumo doméstico de agua en España —desde la bebida hasta la higiene o para regar las plantas— apenas supone el 2 % de la huella hídrica promedio; nuestros objetos, como la ropa, los muebles, los productos tecnológicos o los materiales de construcción dejan una huella mayor, pero apenas llega al 5 %.
Lo cierto es que, de los 6 700 litros de agua que el español promedio consume diariamente, la mayoría procede de la comida.
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