El cambio climático no perdona. Ese futuro que muchos científicos ya advertían hace décadas, y que ciertos sectores califican como poco menos que catastrofista, ya ha llegado. Según un reciente informe del Imperial College de Londres, en lo que llevamos de año 2025 han sucedido más de 2300 muertes por calor en ciudades europeas, de las cuales, más de 1500 directamente atribuibles al cambio climático. Barcelona, con 286 fallecidos, y Madrid, con 108, encabezan la lista en España.
Que la mayoría de estas muertes suceda en grandes ciudades no es casualidad. Podría pensarse que la causa es que viven muchas más personas en ellas, pero esa explicación sería insuficiente. La proporción de víctimas en grandes urbes es mayor que en las pequeñas, y en estas, mayor que en zonas rurales, incluso normalizando el dato en función del número de habitantes y de la latitud. Y se debe a un efecto por el cual las zonas urbanas acumulan mucho más calor que el entorno que las circunda —efecto que es mayor cuanto más extensión tiene—. Este fenómeno, que actúa en sinergia con el calentamiento global causado por el cambio climático, es conocido como isla de calor urbana.
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