El lobo y sus historias

Este texto ha sido actualizado a fecha 8 de abril de 2025. La actualización está al final del artículo.

Las últimas noticias son alarmantes. En el Congreso acaban de aprobar, tan solo hace unos días, y a escondidas a través de una enmienda a la ley de desperdicio alimentario, que el lobo pueda volver a ser especie cinegética en todos los territorios al norte del Duero. A esta propuesta del PP se han sumado los votos de prácticamente toda la derecha española: las derechas territoriales Junts y PNV y el partido de extrema derecha VOX. 

La propuesta pretende revertir la inclusión del lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, que tuvo lugar en septiembre de 2021, y que tanto revuelo causó en aquel momento. Sin embargo, no todo es tan simple. Esta acción política, aunque tenebrosa y profundamente anticientífica, no puede desproteger al lobo con tanta facilidad. 

¿Qué es el LESPRE?

El Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial es una relación de especies desarrollada en el Real Decreto 139/2011 que incluye a especies, subespecies o poblaciones de seres vivos que se consideran merecedoras de una atención y protección particular, ya sea por su valor científico, ecológico o cultural, por su singularidad, por su rareza o por presentar cierto grado de amenaza. En el Listado se encuentra, a su vez el Catálogo Español de Especies Amenazadas, que incluye tan solo aquellas especies que se encuentren en condiciones de alta vulnerabilidad o en peligro de extinción. 

La inclusión, cambio de categoría o exclusión de especies en este listado, y en el catálogo que de él depende, no es algo que pueda realizarse a la ligera. Cualquier intento de excluir de la lista a una especie preexistente debe guiarse por las instrucciones que se establecen en el artículo 6 del Real Decreto Esto incluye, como requisito, acompañar la solicitud con un informe justificativo de carácter científico, y adjuntar a este todas las referencias científicas empleadas para su elaboración. La memoria justificativa elaborada ha de ser, entonces, evaluada por el Comité de Flora y Fauna Silvestres, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, y bajo el asesoramiento de un comité científico formado por expertos de reconocido prestigio. Esta entidad será la que envíe a la Dirección General de Medio Natural y Política Forestal del Ministerio la conclusión final, y esta Dirección General toma la decisión definitiva.

Es decir. Que si las derechas españolas quieren desproteger al lobo, sacándolo del LESPRE, tendrán que currárselo un poco…

Lobo ibérico tumbado en un claro
Lobo ibérico. 3Dinaani vía Pixabay

¿Existen fundamentos científicos para excluir al lobo del LESPRE?

En el caso del lobo ibérico (Canis lupus signatus), su inclusión en el LESPRE en septiembre de 2021 se basó en estudios que destacaban su importancia ecológica como depredador clave en los ecosistemas, su valor cultural y el hecho de que, aunque su población ha mostrado signos de recuperación en algunas zonas de España, sigue enfrentando amenazas como la fragmentación del hábitat, la persecución humana e hipotéticos conflictos con la ganadería. ¿Es posible que en tan solo tres años y medio la situación haya cambiado de forma tan drástica como para poderse suprimir del Listado y poderse convertir de nuevo en especie cinegética?

No. Ni de lejos.

La propuesta reciente del PP y sus aliados se fundamenta en la percepción de que el lobo es una amenaza para el ganado, especialmente en áreas rurales, y en la idea de que su población es suficientemente robusta para no necesitar protección especial. Sin embargo, no se ha presentado un informe científico riguroso, ni lo van a hacer. Los argumentos parecen centrarse en intereses económicos y culturales, como el mantenimiento de la caza como patrimonio y la presión de los ganaderos, más que en datos ecológicos o demográficos. Además, que lo camuflen como medida para reducir el desperdicio alimentario es del todo absurdo. Es el comportamiento irresponsable del ser humano, que a través de prácticas consumistas, compra más comida de la que se puede comer, la causante del desperdicio de comida en España —y en el mundo—. El problema, en última instancia, es el capitalismo, no el lobo, que nada desperdicia cuando come: está integrado en una dinámica de ecosistema que, aquello que abandona, es aprovechado por otros organismos, cerrando completamente los ciclos de nutrientes… eso que decía Mufasa del ciclo de la vida.

Lobo vivo, ecosistema estable

Seguro que los lectores conocen la historia de Yellowstone y los lobos. La desaparición del lobo gris en este parque nacional norteamericano, debida a decisiones humanas erróneas, derivó en una cascada trófica que afectó de manera catastrófica al ecosistema. La sobrepoblación de grandes herbívoros, como alces y ciervos, llevó a la destrucción de la vegetación ribereña, afectando al río y desplazando a especies como los castores y las nutrias. Sin la presencia reguladora de este superdepredador, el equilibrio ecológico se desmoronó, poniendo de manifiesto el papel crítico de los lobos en el balance natural de los ecosistemas.  

Cuando los lobos fueron reintroducidos en Yellowstone en 1995, los cambios fueron inmediatos. Su presencia no solo reguló las poblaciones de ungulados, sino que impulsó un efecto restaurador en cascada: la vegetación ribereña se recuperó, los castores regresaron y, con ellos, las nutrias, las aves y otras especies desplazadas. El río estabilizó nuevamente su cauce, y los pequeños mamíferos, así como otros depredadores secundarios, también volvieron al ecosistema. Este ejemplo histórico nos enseña una valiosa lección: el lobo es mucho más que un depredador, es un guardián de los ciclos de vida y nutrientes en los entornos naturales, dejando claro que su conservación no es solo un deber ético, sino también una necesidad ecológica.

Lobo ibérico rebañando unos restos animales.
Lobo ibérico. PublicDomainPictures vía Pixabay

Manadas saludables, ganado seguro

Cazar a los lobos puede parecer una buena idea para los ganaderos. Pero nada más lejos de la realidad. La estabilidad de las manadas de lobos no solo beneficia a los ecosistemas naturales, sino que también puede ser un aliado insospechado para el desarrollo de la ganadería. Los lobos juegan un papel clave al regular las poblaciones de ungulados y otras especies silvestres, lo que ayuda a reducir la presión sobre recursos compartidos entre la fauna salvaje y el ganado doméstico. Además, los lobos tienden a cazar presas silvestres más débiles o enfermas, impidiendo la propagación de enfermedades que podrían contaminar al ganado, como la brucelosis, el carbunco o la enfermedad de Lyme. Este equilibrio refuerza la estabilidad ecológica y protege indirectamente la salud de los rebaños domésticos, y en última instancia, la seguridad alimentaria y la salud humana.  

Sin embargo, la caza y la desorganización de las manadas de lobos pueden tener el efecto contrario. Cuando pierden cohesión debido a la eliminación de miembros clave, como los líderes de la manada —presa favorita de los cazadores—, las estrategias de caza de la manada fracasan, obligando a los lobos jóvenes y desorientados a optar por objetivos más sencillos aunque a mayor riesgo, como el ganado. Esto demuestra que proteger al lobo, garantizando manadas saludables, es una estrategia más práctica y sostenible que su eliminación. Además, la reubicación responsable y la implementación de medidas eficaces para proteger a los rebaños, como el empleo de perros mastines y cercas nocturnas, constituyen soluciones que permiten la coexistencia pacífica entre el hombre y el lobo.  

No es tan malo el lobo como lo pintan

No cabe duda de que el lobo ha sido, durante siglos, una figura controvertida en la tradición popular. Tradicionalmente representado como una amenaza voraz que pone en riesgo tanto al ganado como a la vida humana, esta percepción se arraiga profundamente en mitos y fábulas como Caperucita Roja, el cuento de los cabritillos o el de los tres cerditos. Pero esta visión, más que en una realidad sustentada en datos científicos, es una ficción. La evidencia demuestra que los lobos prefieren cazar animales silvestres y que su relación con el ganado es bastante menos conflictiva de lo que muchas veces se asume. Algunos estudios han identificado que solo una pequeña parte de su dieta, no más del 20 %, proviene de animales domésticos.

Todos esos ataques atribuidos al lobo a menudo no son responsabilidad de este animal, sino de perros asilvestrados. Estos perros, al carecer del comportamiento esquivo del lobo y al habitar cerca de áreas humanas, causan la mayor parte de las pérdidas en la ganadería que injustamente se imputan al lobo. Perros asilvestrados cuyo origen, en su mayor parte, procede de los abandonos. Algo en lo que los cazadores tienen gran parte de responsabilidad. Va siendo hora ya de desmitificar la mala fama del lobo y centrarse en estrategias de coexistencia bien fundamentadas.  

Lobo ibérico. Lleva manchas de sangre en el hocico.
Lobo ibérico. Arturo de Frías Marques vía Wikimedia (CC BY-SA 3.0)

¿Y si abandonásemos la práctica de la caza en su totalidad?

Muchos de los problemas atribuidos al lobo proceden, en realidad, de la caza. Recapitulemos: los cazadores abandonan perros que sobreviven, se asilvestran y cazan al ganado —con mucha mayor frecuencia que los lobos—. Además, los cazadores desestructuran las manadas de lobos, lo que causa que sean más incapaces de cazar grandes presas silvestres, fomentando que se acerquen más al ganado, y que no controlen de forma eficiente las enfermedades en ungulados, favoreciendo el contagio y aumentando la exposición de los animales domésticos a dichas patologías.

Con esta perspectiva en mente, tal parece que abandonar la caza en su totalidad no es una idea tan descabellada si se analizan las extensas consecuencias negativas que esta práctica tiene sobre los ecosistemas y su equilibrio. Los argumentos que la avalan como método de control poblacional, muy frecuentes entre los defensores de la caza, se desmoronan al ser comparados con el impacto positivo de los depredadores naturales, como el lobo. Mientras el cazador humano selecciona presas grandes y fuertes —enfocado en trofeos—, los depredadores naturales cazan a los individuos débiles o enfermos, reduciendo así la propagación de enfermedades como la tuberculosis, la brucelosis o el ántrax. La caza humana, además, tiende a desestabilizar ecosistemas, promoviendo la proliferación de herbívoros y alterando sus patrones de comportamiento y distribución, lo que puede derivar en daños a cultivos y un desequilibrio ecológico más amplio.

Eliminar la caza no solo permitiría restaurar el rol trófico de los depredadores, sino que también desterraría prácticas asociadas como el uso de rehalas, contribuyendo a mitigar problemas derivados como el abandono de perros que eventualmente forman manadas ferales, quienes son responsables de la mayoría de los ataques al ganado. En lugar de la caza, se pueden implementar estrategias basadas en la ciencia que no solo respeten y conserven los ecosistemas, sino que también reduzcan los conflictos humano-fauna, como la educación medioambiental, la instalación de barreras físicas en áreas vulnerables y programas de reubicación. La experiencia de Yellowstone y los beneficios que aportaron el regreso del lobo tras décadas de exterminio ilustran cómo estas decisiones pueden cambiar el destino de un ecosistema completo.

La transición hacia modelos de conservación y gestión que no incluyan la caza requiere replantear nuestras actitudes hacia la naturaleza, priorizando el entendimiento científico y el respeto por los entornos naturales. Una oportunidad única para redefinir nuestra relación con los ecosistemas y garantizar su sostenibilidad a largo plazo. Los depredadores naturales, como el lobo, desempeñan ya ese rol con una eficacia que la intervención humana no ha logrado replicar. 

¿Por qué no dar un paso hacia un cambio que beneficie tanto a las comunidades humanas como a la biodiversidad?

Actualización del 8 de abril

Vivimos en tiempos verdaderamente extraños. Todo lo expuesto en el texto anterior es, hasta donde llega mi conocimiento, estrictamente correcto, especialmente en lo que se refiere a la legislación. Es sorprendente observar cómo, contra todo pronóstico, la reciente pantomima parlamentaria en el Congreso ha culminado en su publicación en el Boletín Oficial del Estado.

Nos encontramos ante una situación peculiar. Por un lado, tenemos un LESPRE con una normativa muy específica y rigurosa sobre la inclusión, cambio de categoría o exclusión de especies. Por otro, aparece una normativa nueva –sin relación con la protección de especies silvestres– que introduce una enmienda para excluir al lobo del LESPRE.

Resulta notable que dicha exclusión no haya seguido los cauces establecidos: no se ha realizado el informe técnico correspondiente ni se ha contado con la aprobación de un comité científico. Sin embargo, la medida figura en el BOE y, hasta el momento, no he encontrado artículos de prensa, ni declaraciones de asociaciones conservacionistas o colectivos científicos que aborden este inusual proceder.

Por supuesto, no soy jurista y desconozco los pormenores legales exactos. No sé en qué medida es legítimo un procedimiento que, pese a estar publicado en el BOE, no ha cumplido con los protocolos establecidos. Supongo que existirán vías para impugnar esta anomalía legal y evitar que se concrete definitivamente, pues saltarse los procedimientos reglamentarios sienta un precedente peligroso.

Captura de la tabla de LESPRE obtenida a 8 de abril de 2025. El lobo aparece, con ID 11627, con todas las poblaciones incluidas en LESPRE.
Captura de la tabla de LESPRE obtenida a 8 de abril de 2025. El lobo aparece, con ID 11627, con todas las poblaciones incluidas en LESPRE.

La buena noticia es que, a fecha de hoy, 8 de abril de 2025, el lobo continúa figurando en el LESPRE en todas sus poblaciones –incluidas aquellas al norte del Duero– a pesar de que la nueva normativa entró en vigor hace más de una semana, según consta en el BOE. Es algo que puede consultarse en la web del MITECO. Puede que, a nivel interno, ya se haya detectado esta anomalía y que los responsables de actualizar el LESPRE hayan decidido no modificarlo por no haberse seguido el procedimiento adecuado; o quizás se trate solo de una cuestión de tiempo.

Me gustaría que alguna autoridad competente, con un conocimiento más profundo del ámbito legal, aclarase de manera oficial este asunto. Aunque la situación parece clara para muchos, a mí me resulta enigmática.

Seguiremos atentos… supongo.

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Referencias

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Blackburn, J. K. et al. 2014. Dances with anthrax: wolves (Canis lupus) kill anthrax bacteremic plains bison (Bison bison bison) in southwestern Montana. Journal of Wildlife Diseases, 50(2), 393-396. DOI: 10.7589/2013-08-204

Blanco, J. C. (2017). La gestión del lobo en España. Controversias científicas en torno a su caza. Arbor, 193(786), a418. https://doi.org/10.3989/arbor.2017.786n4007

BOE. 2021. Orden TED/980/2021, de 20 de septiembre, por la que se modifica el Anexo del Real Decreto 139/2011, de 4 de febrero, para el desarrollo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo Español de Especies Amenazadas. BOE, 226, 115283-115287.

Cohen, E. 2014. Recreational Hunting: Ethics, Experiences and Commoditization. Tourism Recreation Research, 39(1), 3-17. DOI: 10.1080/02508281.2014.11081323

Cowie, C. E. et al. 2014. Shared risk factors for multiple livestock diseases: A case study of bovine tuberculosis and brucellosis. Research in Veterinary Science, 97(3), 491-497. DOI: 10.1016/j.rvsc.2014.09.002

Jackson, M. K., Tatton, N. R., et al. 2021. Wolf Recovery in Yellowstone National Park. En Reference Module in Earth Systems and Environmental Sciences (p. B9780128211397001000). Elsevier. DOI: 10.1016/B978-0-12-821139-7.00078-7

Levi, T. et al. 2012. Deer, predators, and the emergence of Lyme disease. Proceedings of the National Academy of Sciences, 109(27), 10942-10947. DOI: 10.1073/pnas.1204536109

Llaneza, L. U. I. S., Fernández, A., & Nores, C. (1996). Dieta del lobo en dos zonas de Asturias (España) que difieren en carga ganadera. Doñana, Acta Vertebrata, 23(2), 201-213.

Muro, C. et al. 2011. Wolf-pack (Canis lupus) hunting strategies emerge from simple rules in computational simulations. Behavioural Processes, 88(3), 192-197. DOI: 10.1016/j.beproc.2011.09.006

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Uríos, V. et al. 2000. Estudio de la incidencia real de la depredación del lobo en la ganadería comparando dos métodos distintos. Galemys, 12, 241-248.

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5 respuestas a «El lobo y sus historias»

  1. Avatar de juananpaez 🔻

    @curiosabiologia que artículo más bueno. Enhorabuena!

  2. Avatar de Ameise 🐀🦉

    @curiosabiologia yo aquí "Es el comportamiento irresponsable del ser humano, que a través de prácticas consumistas, compra más comida de la que se puede comer, la causante del desperdicio de comida en España —y en el mundo—." añadiría la codicia de cultivar más de lo necesario, viendo las montañas de fruta y verdura que se pudren cada temporada en el mismo campo

    1. Avatar de Vary, el del sombrero, en NeoPaquita 🍉🐀🦩🔻

      @DieGrueneAmeise @curiosabiologia sin duda. No quería alargarlo más de lo necesario. Pero tienes toda la razón.

  3. Avatar de Vary Ingweion

    El artículo «El lobo y sus historias» ha sido actualizado a fecha 8 de abril.

    «Vivimos en tiempos verdaderamente extraños. Todo lo expuesto en el texto anterior es, hasta donde llega mi conocimiento, estrictamente correcto, especialmente en lo que se refiere a la legislación. Es sorprendente observar cómo, contra todo pronóstico, la reciente pantomima parlamentaria en el Congreso ha culminado en su publicación en el Boletín Oficial del Estado. Nos encontramos ante una situación peculiar. Por un lado, tenemos un LESPRE con una normativa muy específica y rigurosa sobre la inclusión, cambio de categoría o exclusión de especies. Por otro, aparece una normativa nueva –sin relación con la protección de especies silvestres– que introduce una enmienda para excluir al lobo del LESPRE. Resulta notable que dicha exclusión no haya seguido los cauces establecidos: no se ha realizado el informe técnico correspondiente ni se ha contado con la aprobación de un comité científico. Sin embargo, la medida figura en el BOE y, hasta el momento, no he encontrado artículos de prensa, ni declaraciones de asociaciones conservacionistas o colectivos científicos que aborden este inusual proceder»

    (…) Sigue leyendo. https://alvarobayon.com/4951